Nancy ya no era una mujer resentida, ni una madre solitaria, ahora tenía a un amante joven, viril, y dotado: su hijo Willie, que podía cogerla hasta llenar su útero con su miembro. Aunque esto mismo le creó un resentimiento contra su esposo que la llevó al distanciamiento, y escapó a la habitación de su hijo.

A la mañana siguiente, Gerald quedó horrorizado al encontrar a su mujer con su sensual lencería abrazando el cuerpo de su hijo desnudo. Aunque los descubrieron, Nancy logró excusarse diciendo que Willie tuvo un ataque en la madrugada y ella estuvo con él para cuidarlo, cuando ella tenía planeado sorprenderlo con su nueva lencería.

Dejando en claro que sus pensamientos sucios eran reprochables, Nancy logró que su marido se disculpará con ella, mientras su hijo agarraba discretamente su gran culo. Incluso logró convencerlo, para que ella duerma con Willie en su cama matrimonial para cuidarlo, mientras él se queda en la habitación.

Gerald se sentía mal por su comportamiento, e intentó adular a su esposa durante la cena, pero Nancy no hacía más que hablar con Willie lo que harían, mientras lo pajeaba debajo de la mesa. Esa fue una preparación, pues minutos después de irse Gerald, Nancy se sentó sobre su hijo, haciendo que chupara sus tetas, mientras frotaba su gran polla sobre sobre su coño.

Estaban por follar, cuando Gerald llama a la puerta, ¡había olvidado sus llaves! Nancy lo atiende de mala gana, comportándose como la buena esposa, cuando en su mente no hacía más que insultar al idiota. Apenas cruzó la puerta, Willie arrinconó a su madre contra ella, para empezar a desvestirla.

Gerald incluso podría haber visto a través de la ventana como su mujer chupaba la polla de su hijo, si no hubiera estado tan despistado. Nancy tenía hambre, y lo demostró, pajeando a Willie, mientras le daba un oral, y garganta profunda que terminó llenando su boca con el semén caliente de su hijo.

Willie sabía que su madre detestaba el sabor del semén, pero ella disfrutaba el suyo. Lo único que pedía era que él también le diera un oral, lo que su esposo nunca hace, así que su hijo entierra su cara en su coño, y empieza a chuparlo, penetrándola con su lengua, saboreando sus jugos.

Los gemidos de Nancy llenaron la habitación, disfrutando como su hijo la chupaba, mientras se preguntaba por qué no habían iniciado su incestuosa relación desde mucho tiempo atrás.