La cita ideal de toda chica es ser escuchada, compartir tiempo de calidad y sentirse comprendida. Ella estaba obteniendo todo lo que una chica podía soñar en una cita, y definitivamente la estaba pasando bien.

Al finalizar lo que sería la cita perfecta, el chico la acompañó hasta su habitación de hotel. Era momento de despedirse y dar por terminado un día increíble. Pero ella no quería que todo acabara así, al menos no así.

Por eso le pide al chico que cierre los ojos para poder sorprenderlo y agradecerle correctamente el día que habían tenido. Cuando el chico cierra los ojos, ella se acerca lentamente y lo besa. Esa fue toda la luz verde que él necesitaba para actuar. Dejando la verguenza de lado, agarró su culo con fuerza subiéndole la falda.

Ya no había vuelta atrás, ahora solo quedaba continuar. Pero ella estaba un poco avergonzada de que su polla se había puesto dura como roca. No sabía si a él le gustaría eso, y no quería crear una situación incómoda. Para su fortuna, él no tuvo problema con eso, de hecho él también estaba con la polla dura.

Ella se arrodilló para poder probarlo y seguir haciendo sentir bien al chico. Mientras se la chupaba ella se tocaba la polla. Sentía un placer inmenso al tener una polla en la boca y darse placer con la suya. Se sentía tan bien que no pudo contener la leche que se le escapó, salpicando todo a su alcance.

Pero ella quería más, quería sentir como él le metía la polla por el culo…