Nitocris estaba en cama, desbordando el semen caliente de su Maestro de su vagina. Todo había comenzado como una forma de fortalecer su vínculo, pero ahora eran incapaces de detenerse, y se reunían diario para tener sexo.

Ella veía a su Sempai como un lujurioso mono, pero igual le gustaba verse con él para hacer un oral hasta que se corra en su garganta, dejarla que la follara en los pasillo a riesgo de ser descubierta, e incluso abrir la puerta de su habitación mientras la follaba con salvajismo.

Cada día el sexo era más salvaje. Después de casi ser descubiertos por Nash, parece que el hombre empezó a excitarse con la posibilidad de que los descubrieran, y empezaron a coger en público, donde Nitocris debía contener sus gemidos para que no los hallarán, soportando como follaban su vagina hasta llenarla de semen, y metían juguetes sexuales en su culo.

A este punto, la guerrera no podía negar su verdad, le encantaba ser follada por su Maestro, sentir como llenaba su útero con su polla, y como la hacía gemir y rogar porque destruyera su vagina sin piedad.

Luego de haberla dejado chorreando con su semén aquel día, ella ya no tuvo contención. La siguiente vez que se encontró con su maestro, ella ya lo esperaba con una pequeña lencería que la cubría, y unos dildos en su vagina y su culo, listos para ser reemplazados por el miembro de su Maestro.