Desde que Celia se transformó de una tierna y sensual Ralts ella ha cambiado totalmente. Ya había dejado de ser tímida y reservada, ahora vestía tenía una sensual forma, unos pechos gigantes, una vagina casi expuesta, y realizaba unos movimientos que fascinaban a su maestro.

Lester quería mantenerse fuerte y alejar aquellas ganas incontrolables de follarse a su querida Celia, aunque también sentía cierto remordimiento porque ella tampoco intentará seducirlo antes. Nada más surgió este pensamiento, Celia se levanta y lo ve con una mirada enigmática.

El intenta evadirla, pero ella continúa sonriéndole con cierta malicia. Intentaba pensar otra cosa, pero ella solo se burlaba porque viera sus grandes tetas, preguntándole si acaso quería tocarlas y apretarlas. Lester estaba arrinconado, su pokémon leía sus pensamientos con su telepatía y sabía que quería follarla.

El humano intenta negarse, pero Celia ya no se iba a contener. Aplasto su cara sobre la erección de su maestro, poniéndolo lo suficientemente duro para sacarlo. Ese no era ningún sueño, su adorado pokémon estaba apretando su gran polla con sus inmensas tetas para darle placer.

La Kirlia era ignorante a las súplicas de su maestro, y seguía usando sus manos para pajearlo mientras frotaba sus tetas sobre él. La polla estaba dura y, con sus venas palpitantes, terminó eyaculando en el pecho de su pokémon, que disfrutaba la calidez de su semen caliente.

Pero Celia todavía quería más, así que arrima sus grandes nalgas a la cara de su entrenador, mientras empieza a hacerle una mamada. El ya no podía controlarse, así que, imitando un Hentai que vio, utiliza sus manos para romper el pantalón de su pokémon.

Ella estaba irritada porque le rompieran su ropa, pero cuando sintió la lengua de su entrenador en su húmeda vagina, de su garganta salieron gemidos llenos de excitación. Estaba encantada por el placer que experimentaba que incluso se vino un poco.

La diversión no hacía más que empezar, así que Celia ahora posicionó su gran culo sobre la polla todavía erecta de Lester. Ella iba a cabalgarlo toda la noche hasta que dejara su útero impregnado con su esencia de hombre.