Esclava Gladiador Rebeca – One Piece

Dentro de cierto lugar en el corredor del coliseo, la princesa Rebecca estaba encarcelada por sus enemigos. Finalmente, habían logrado derrotar a la poderosa regente después de ser derrotados incontables veces a través de los años, tendría su venganza de una vez por todas.

Antes de que Rebecca pudiera replicar, los hombres rompieron su top para poder agarrar sus grandes tetas, apretándolas en sus puños y jalando sus pezones. La mujer apenas se acostumbraba al tocamiento, cuando la empujaron al piso para empezar a follarla.

De un momento a otro, sus enemigos le quitaron su virginidad, ella no podía hacer otra cosa que lloriquear, conteniendo sus gemidos mientras sus senos rebotaban como pelotas ante cada nueva penetración. Ella le dirigía una mirada molesta a sus captores, pero ellos solo se prendían más por ese rechistar.

El hombre que gozaba de su coño, entonces la volvió a levantar para ponerla sobre él, mientras abría su culo con sus manos. De esta forma, otro hombre pudo acercarse y enterrar su polla oscura en su culo.

Rebecca estaba recibiendo una doble penetración sin piedad en sus dos hoyos, al mismo tiempo que empezaba a pajear al resto con sus manos y su boca. En ese momento, la princesa no era más que un juguete sexual para sus enemigos, y poco pudo hacer cuando se corrieron en ella, llenándola de dentro a afuera con su leche caliente.

Durante varios días, Rebecca tuvo que vivir siendo la esclava sexual de esos hombres, atada y desnuda para complacerlos en cualquier momento. Cuando creía que su pesadilla no podía empeorar, despertó con inmensos consoladores dentro de sus pezones.

Sus enemigos convirtieron sus tetas en dos coños más para complacerlos, Rebecca quería morir, pero no le quedaba más que vivir para darles placer a estos hombres. Aunque se quejara, igual empezaron a juguetear con los hoyos de sus pezones, dilatandolos los suficientes antes de follarlos.

Ese contacto bastó para que Rebecca tuviera un fuerte orgasmo. El placer nublo su mente, pero todavía pudo sentir como se acercaban para poder follar su culo y su vagina de nuevo.

La mujer guerrera ya ni siquiera estaba amordazada, pero todavía dejaba que la usará como una muñeca sexual, gimiendo por ellos, y hasta pidiéndoles perdón por haberlos humillado. Aunque eso no enterneció a sus adversarios que igual se volvieron a correr dentro de sus tetas y su coño.

Con Rebecca en el piso, casi inconsciente, cubierto de semen su cuerpo, le prometieron que desde ese día en adelante la iban a tener para siempre como su esclava sexual.

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