Futurama – Greendogg

Después de una noche de intenso sexo, Leela despertó en su cama completamente desnuda. Al intentar despertar a Fry se dio cuenta de que era Nibbler quien se encontraba en su cama. El pequeño Nibloniano había estado devorando un «bocadillo nocturno» toda la noche, por lo que no había dormido muy bien.

Esto le hacía mal al estómago del pequeño, por lo que Leela se aseguró de darle un buen regaño. Aunque según el Nibloniano, un delicioso manjar como el que acababa de probar era como un cigarrillo luego de una buena noche de sexo con ella.

El solo pensar en devorar el enorme culo de Leela hizo que el pequeño se pusiera duro como una piedra. Estando un poco impaciente, le pidió a su dueña su rapidito de la mañana, lo cual hacían regularmente. Su enorme pene negro estaba antojando a la mutante, quien señaló que el pequeño quería darle su lechita a su madre.

Leela recordó que su pequeña mascota estaba de cumpleaños, por lo que estaba dispuesta a darle un increíble regalo por su cumpleaños número 3269. Estando ya un poco impaciente, el pequeño intentó acelerar un poco las cosas, para que el día comenzara con el pie derecho.

Sujetó a la mujer del cabello y la forzó a chuparle el pene. El enorme trozo de carne negro apenas cabía en la boca de la cíclope mutante, quien agitaba sus caderas, ansiosa por devorar una buena polla. La chica había comenzado a devorar la polla del pequeño animal, chupándolo hasta la base repetidas veces mientras el pequeño pensaba en la cantidad de tigres que se había comido por la noche.

Luego de meditarlo, se dio cuenta de que ya le estaba dando hambre otra vez, por lo que se propuso a acabar con los juegos rápidamente. El pequeño se subió sobre la cíclope y la sujetó de la cara. Sin perder tiempo, comenzó a menear sus caderas, metiendo su enorme pene hasta el fondo de la garganta de Leela.

Aunque no se quedó solo ahí. Poco después estrujó su polla entre las enormes tetas de la mutante. La polla cubierta de saliva estaba muy bien lubricada, por lo que no tuvo problemas al frotarla entre sus suaves tetas. Estaba tan estimulado que no tardó en correrse, llenando la boca y la cara de Leela de su espeso semen.

Leela no dejaba de hablar de lo deliciosa que era la leche Nibloniana y de cómo nunca podría cansarse de ella. Aunque estaba conmovido, el pequeño le pidió que fuera a buscar algo de comer, porque ya estaba hambriento. Luego de darse un banquete con un buen trozo de carne, la pareja estaba lista para entrar en acción.

Leela le colocó un condón que apenas alcanzaba a cubrir la enorme polla del espécimen y lo llenó de lubricante, porque de otra forma no iba a caber en su estrecho coño. Una vez estuvo completamente aceitado, la mujer se subió sobre el pene de su mascota lentamente hasta devorarlo por completo. Acto seguido, empezó a agitar sus caderas, como si intentara exprimir a su mascota con su enorme culo.

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