La Dulzura de lo Prohibido

Kazuya y su madre vivían solos en un apartamento del condado. Así ha sido desde el divorcio de los padres. Obviamente, esto creó una gran cercanía entre Kazuya y su progenitora, aunque nunca esperó que todo cambiara el día que encontró a su querida mamá en su cuarto, masturbándose.

A cualquier hijo, eso podría asquearlo, pero a Kazuya lo excitó. Por eso, después de la cena, no soportó y le confesó a su madre que la había visto, insinuando que él podría ser el hombre que la complazca. No obstante, su madre lo interrumpió, con vergüenza, para evitarlo.

Cuando quedó sola, la mujer no pudo evitar admitir que se sentía atraída por su propio hijo. Sabía que no era lo correcto, pero lo cierto es que ella incluso se masturbaba oliendo la ropa interior de el, pasando sus boxers por su cara mientras metía los dedos en su coño.

Cada día se parecía más a la persona que más amó, su padre. Mientras llegaba a su clímax, como un deja vú, Kazuya vuelve a encontrarse a su madre mientras se masturbaba. Esta vez, él supo los deseos de su madre.

Ahora que ambos sabían los pensamientos del otro, era justo tener su intimidad, por lo que empezó a masturbar él mismo a su madre, penetrando con sus dedos el coño de su madre mientras la besaba, cubriendo su mano con su humedad.

A continuación, sacó su dura polla e hizo que su madre le hiciera una mamada, pasando su lengua por su longitud, mientras comentaba lo similar que era su polla a la de su padre.

No soportó mucho tiempo y se terminó corriendo en su cara, ella lo bebió gustosa, y luego con sus dedos abrió su dilatada vagina, quería sentir a su hijo de ella. Kazuya no la hizo esperar y de una introdujo su enorme polla, empezando a follar a su pervertida madre, mientras gemía como una desquiciada.

La mujer se sentía bien solo con ser el objeto de deseo de su hijo, quería que su vagina fuera de su hijo, y gustosa profundo las penetraciones profundidad de su hija, hasta que finalmente se corrió en su interior.

Luego de aquello, Kazuya admite que ahora entiende la razón por la que su madre y su padre se divorciaron, pues era evidente que ser la pareja de ella era muy duro. Su madre se sonroja como respuesta, aunque no lo niega, y solo le pide hacerlo una segunda vez, mientras el semén de su hijo se escurría por sus piernas.

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