Lesson One – Laz

Una madre siempre quiere lo mejor para su hija, y yo no soy la lección. Cada noche veo cómo mi hija toma una ducha caliente y después se prepara para acostarse a “dormir”. Sé que realmente no duerme porque he visto cómo comienza a tocarse debajo de las sábanas.

Ella cree que lo disimula bastante bien, pero en realidad ha sido muy obvia. A veces espera a que yo duerma o pone música para que yo no escuche sus gemidos, pero no puedo evitar hacerlo. Siento que es mi deber como madre enseñarle cómo debe darse placer correctamente, ya que no lo ha estado haciendo bien.

Hoy me he propuesto ayudarla, por eso esperé pacientemente a que acabara su ducha y se preparara para acostarse. Tal como sospeché cuando me asomé en su habitación, ya ella estaba tocándose debajo de las sabanas y gimiendo suavemente. Era momento de ayudarla por fin.

Le pregunté si quería ayuda, y de inmediato se tensó y su cara se enrojeció. Sabía que estaba avergonzada, pero yo quería mostrarle que no había nada de lo que avergonzarse. Así que me acerqué, y aunque ella lo negó, le dije que ese olor era inconfundible. El aroma de sus fluidos.

Suavemente toqué su coño para mostrarle cómo debía darse placer en realidad, fue un poco fácil porque ya ella estaba completamente mojada. Jugué con su clítoris dando suaves círculos para que pudiera sentir lo que era el verdadero placer. Mi hija se retorcía y pedía más, así que comencé a mover mis dedos más rápido.

Cuando su coño comenzó a chorrear con fluidos, metí dos de mis dedos y comencé a moverlos en su interior. Sabía que le gustaría eso porque una madre conoce a sus hijos. Cuando finalmente llegó al orgasmo y se corrió sobre mis dedos; estaba tan agotada que se quedó dormida. Mamá le dio un beso de buenas noches, y ya estaba lista para irme a jugar yo sola.

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