Madre e Hijo Follando (Comic Incesto)

Este cómic incestuoso comienza cuando Kumiko despierta a primera hora de la mañana al escuchar el despertador. Como usualmente hace, inicia su rutina despertando a su marido que tiene el sueño tan profundo que ni siquiera el despertador puede irrumpir su sueño. Su esposo le pide que lo deje dormir un poco más, pero ella insite en que ya es hora de levantarse. Por eso se levanta y animadamente corre las cortinas para que entre la luz del sol a la habitación; inmediatamente su esposo se da vuelta en la cama quejándose del brillo que emana la ventana.

Pero así suelen ser las mañanas de Kumiko, es parte de su rutina ser el pilar de su familia y aseegurarse de que todos estén bien atendidos. Cuando está preparando el desayuno, su hija se levanta animadamente deseándole los buenos días. Kumiko termina de preparar el desayuno y se sientan en familia a comer, aunque falta un integrante: Harunobu. Su hermana pregunta por él, preocupada por su ausencia, pero su hermana le responde que él se quedará en casa por hoy.

Su hija pregunta si ella también se quedará en casa, después de todo su hermano no sabe cuidar de sí mismo. Kumiko se ríe y le responde que es inevitable quedarse a cuidarlo, ya que su hijo no puede ni cocinar por su cuenta. No existe la posibilidad de que ella lo deje solo en casa. Su hija continúa diciendo que su hermano ya es un adulto, así que debería dejarlo practicar para su crecimiento. Sin embargo su mamá considera que de alguna manera es adorable que no pueda hacer ciertas cosas solo. Así ella se sigue sintiendo indispensable en su vida.

En ese momento el padre abre la boca para decir lo crueles que son ambas por estar burlándose de Harunobu en su ausencia. Ambas responde que solo están bromeando, y que no hace falta que le mencione lo que han estado comentando. Él se abstiene diciendo que no habría manera de que lo haga. Todos terminan de comer en paz hasta que finalmente el cada uno procede a irse a realizar sus respectivas actividades.

La madre se queda sola en la cocina tarareando mientras lava los trastes sucios que quedaron del desayuno. En eso se escucha un fuerte bostezo que anuncia que Harunobu se ha despertado, por lo que ella animadamente le desea los buenos días. Su hijo sigue somnoliento, así que después de dar los buenos días se sienta en la mesa a esperar su comida. Kumiko le dice que en cuanto termine de lavar todo le preparará su desayuno, y él impacientemente comienza a apresurarla.

De pronto Harunobu pregunta por su padre y su hermana mayor, ya que no los ve por allí. Entonces su madre le responde que ambos están en el trabajo, una noticia que despierta por completo al chico y le saca una sonrisa. Ya puede dejar de pretender, así que le exige a su madre que se desnude y se quede con solo el delantal. Ella insiste en que si no quiere desayunar primero, pero el chico dice que eso puede esperar porque él está hambriento por otra cosa.

Kumiko le dice que tienen tiempo de sobra para hacer eso, pero le preocupa que por alguna razón su esposo o su hija regresen a casa. Harunobu no cree que esa sea una posibilidad, así que le recuerda que ella se ha tomado media semana libre para que pudieran estar solos durante ese tiempo. Y sin más rodeos le dice que tendrán sexo hoy, ella no podrá escaparse de eso.

Ella es muy dócil con su hijo, así que sin replicar hace todo lo que él dice. Cuando está enteramente desnuda con solo el delantal ella se siente muy avergonzada por estar así de expuesta ante su hijo. No deja de pensar en el caso hipotético de que su hija y su esposo la vieran así, está segura de que si la vieran así no podrían perdonarla jamás. Pero Harunobu reitera que no volverán en ese momento, así que la invita a unirse a él en el sofá.

Él la abraza y le dice que se ve bien así, y es que no importa lo que use su madre; él la sigue viendo bastante erótica, como de costumbre. Ella no puede evitar sonrojarse ante el cumplido de su hijo, y de pronto sus miedos se disipan; solo quiere lanzarse sobre él. Por eso se mueve hasta subirse sobre una de sus piernas y acaricia un poco su polla. Kumiko percibe que su hijo realmente necesitaba eso, y le dice que ha notado lo reprimido que está. Él le confiesa que había dejado de masturbarse durante días para esa situación.

Kumiko termina de subirse por completo sobre su hijo y él aprovecha para masajear su entrepierna con sus dedos. Su hijo intenta meterle los dedos dentro de su culito, y ella inmediatamente le dice que allí no. Pero eso no significa que no esté disfrutando de la estimulación que le está dando su hijo. Ella continúa tocando su polla, haciéndole saber que lo hará correrse mucho. Él se siente intrigado de por qué está tratando de hacerlo venirse cuando tienen pensado tener sexo.

Ella se disculpa, avergonzada por el tono de su hijo. Él concluye con que ella es irremediable y lo dejará pasar por esta vez. Kumiko empieza a colocarle el condón y él le dice que no se lo ponga ya que lo harán sin eso, pero ella insiste en que no pueden porque es un día peligroso. Ella le dice que la próxima vez sí podrán hacerlo sin condón, pero esta vez es indispensable.

Después de dejar el condón en su sitio, ella se sienta sobre su polla y revela que también ha estado bastante reprimida también. Le hacía falta follar tanto como a su hijo, y está loca por sentirlo hasta el fondo de su coño. Harunobu se siente cada vez más excitado al sentir como el coño de su madre se va apretando hasta abrazar su polla. Él comenta lo mucho que le dolería a su padre si viera lo mucho que disfruta Kumiko de follar con él.

Kumiko siente demasiada excitación y no puede evitar sentirse cada vez más al límite, por lo que anuncia a su hijo que está por venirse. Él le ordena que aún no puede correrse, buscando hacerla rogar. Ella realmente quiere correrse, así que empieza a pedirle que la deje correrse. Harunobu continua negándole el placer de correrse, logrando enloquecerla. Kumiko está tan al límite, que le grita entre gemidos que si la deja venirse hará lo que sea. Cuando él siente que finalmente está por llegar al orgasmo, le da el permiso a su madre de correrse junto a él.

Ella disfruta de sentir como tiembla la polla de su hijo en su interior, y se siente aún mejor cuando él le dice que ha sido la mejor como de costumbre. Después de haberse corrido, ambos se quedan sentados en el sofá conversando sobre la cena. Pasan un rato abrazados hasta que Harunobu le dice que ya han descansado lo suficiente y deberían tener sexo. Kumiko concuerda, está tan entusiasmada por follar como su hijo, pero esta vez él quiere que elijan otro lugar.

Harunobu quiere que tengan sexo en la habitación de sus padres, y Kumiko se siente nerviosa pues considera que es irrespetuoso que lo hagan en la cama donde duerme con su esposo. Ella insiste en que mejor deberían hacerlo en su habitación, pero él dice que es una cama individual así que sería pequeña e incómoda. Y para terminar de convencerla, él le recuerda que ella le dijo que haría lo que sea si le permitía correrse.

Ella deja de discutirlo y al final accede a hacerlo allí. Harunobu le dice que se apresure en tener en sexo antes de que se les vaya el tiempo. Pero Kumiko se detiene al ver que él no lleva condón, y pese a la insistencia de su madre, el chico mantiene que no hay necesidad de protegerse. Kumiko le dice que antes lo usaron, así que no debería haber problema… Solo que Harunobu la convence de que se correrá afuera y no pasará nada malo, y ella termina por acceder.

Kumiko se sube a la polla de su hijo y comienza a montarlo, su coño se aprieta cada vez más al sentirlo por completo sin un condón separándolos. Con la cercanía tan íntima de sus cuerpos, pero aún así ella se siente aterrada con la idea de que pueda quedar embarazada de su hijo. Él le pregunta si eso sería tan malo, y al sentirse tan plenamente llenada por su polla, Kumiko se queda sin palabras.

Harunobu le pide que se acueste en la cama y se sube sobre ella para penetrarla más profundo; en la posición de misionero la siente más entera. Kumiko está muy feliz de ser follada tan rico por su hijo, y están tan sumidos en el placer sexual que sienten, que ninguno de los dos se da cuenta que han tumbado el despertador. Kumiko comienza a pedirle a su hijo que se la meta aún más profundo, algo que a él le encanta escuchar.

Pero su hijo la hace sentir tan bien que no le importa hacer una excepción por él. Harunobu le pregunta si le parece bien hacer eso en su cama marital, pero a ella solo le interesa el inmenso placer que está teniendo en ese momento. Definitivamente el amor de madre es el más puro, y Kumiko ama a su hijo. Y se lo demuestra permitiendo que él se corra en su interior, a pesar de sentir que está mal lo que hacen…

Ya por la noche, Kumiko está por dormir con su marido después del día tan agotador que tuvo con su hijo. No deja de preguntarse si él realmente tomaría responsabilidad si ella quedara embarazada, y con esa incógnita en mente decide acostarse a descansar. En ese momento llega su esposo listo para acostarse, e inmediatamente nota que el despertador se ha caído. Le parece muy extraño, pues es un objeto que nunca mueven de su sitio.

No se queda con la duda, así que le pregunta a Kumiko. Ella abre sus ojos avergonzada al recordar por qué se cayó; sin embargo es muy ingeniosa así que rápidamente le da la excusa a que debió caerse mientras ella hacía limpieza. Su esposo le cree, pues cree que no tiene ninguna razón para descofiar de su mujer. Pero todos sabemos que en realidad Kumiko le ha mentido descaradamente.

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