Sarah Baker, una rubia tímida recién salida de bachillerato, quien a pesar de no tener dinero salió adelante con esfuerzo y determinación. Siendo aceptada en su universidad soñada, Sarah se presentó en la casa de la Fraternidad Pi Beta Phi con el objetivo de comenzar su nueva vida universitaria. Aunque las chicas de la fraternidad no se la iban a poner tan fácil.

Para poder ingresar a la fraternidad tuvo que soportar pruebas muy duras durante días. Constantes novatadas que no hicieron más que avivar el espíritu competitivo de Sarah. Al cabo de un tiempo, siendo la última chica en pie, a Sarah solo le quedaba una última prueba para ingresar a la tan ansiada fraternidad y poner un techo sobre su cabeza.

Vestida con un erótico de baño que apenas alcanzaba a cubrir las miserias de la pobre chica, fue guiada al sótano para la última prueba. Una vez dentro, fue encerrada en una habitación llena de hombres negros con largas túnicas, que se disponían a dar inicio a la ceremonia de ingreso.

La tímida chica fue guiada hasta un colchón en medio de la habitación, en donde fue puesta de rodillas. Se le ordenó satisfacer a cada uno de los hombres de la habitación para poder superar la prueba. Habiendo considerado lo que pasaría si perdiera la prueba, aceptó, aunque reacia, la misión que se le había encomendado.

Sarah no pudo evitar sorprenderse al vislumbrar el enorme miembro del líder, un enorme pene tan largo como su brazo y completamente cubierto de venas, con testículos que apenas podía sostener con una mano.

La chica empezó a lamer su pene, aunque tímidamente, mientras acariciaba las pollas de otros de sus compañeros con sus pequeñas manos. El líder, dispuesto a probar las habilidades de Sarah, la tomó por el cabello y enterró su descomunal polla en su boca hasta la garganta repetidas veces, hasta que casi se ahoga.

Sarah comenzó a lamer con más entusiasmo, mientras otro de sus compañeros apretujaba su polla entre sus enormes y suaves senos, practicando para jugar con su coño más tarde. El líder, a punto de venirse, forzó su pene hasta lo profundo de la garganta de Sarah y vació sus bolas hasta llenar el estómago de Sarah de leche caliente.

Mientras las compañeras de Sarah observaban a través de una pantalla, ella estaba siendo penetrada por pollas negras desde arriba, abajo y desde el frente, todas ellas llenando sus agujeros de la leche caliente de sus compañeros.

Los del siguiente grupo tomaron su lugar y alzaron a Sarah en el aire, arremetiendo contra su coño y culo ferozmente. Ambas pollas se rozaban entre sí desde adentro, tocando todos los puntos débiles de Sarah mientras que aplastaban sus entrañas. La estimulación fue tanta que no tardaron en llegar su útero y su culo de semen por completo.

A medida que su mente se corrompía, Sarah comenzó a suplicar por más pollas y semen, mientras montaba una enorme polla y masturbaba otras dos. Uno de los muchachos cumplió sus deseos y se corrió en su cara, dándole su blanca leche, mientras que el otro llenaba su útero. Los chicos que quedaron decidieron vaciar sus bolas sobre el cuerpo de la tímida chica, empapando su piel blanca de aquel líquido pegajoso y dando fin a su rito de iniciación en la hermandad.