Esta historia está protagonizada por un hombre promedio, y su hermosa esposa de pelo rosa. Ambos acababan de casarse, y disfrutaban con pasión su relación. Ella siempre buscaba prepararle la cena antes de ir al trabajo, aunque él no podía evitar exponer sus grandes senos para apretarlos y chuparlos.

Al hombre le encantaba tener a su esposa chupando su polla, apretándola entre sus senos hasta que se corriera. Luego de esto, la recostaba sobre el piso para poder golpear su estrecha vagina, aunque por la prisa debía venirse primero que su mujer.

Por hacer eso, la mujer pasaba todo el día en casa, masturbándose para tener el orgasmo que su marido no le dio. Ni siquiera era capaz de hacer los deberes por pensar en cómo su esposo se la coge, por lo que en cuanto llega a casa, no duda en chupar su polla sudada con fuerza hasta que se corre en su garganta.

Para ir al baño, la mujer se recuesta sobre él en la bañera, así él puede limpiar sus pechos con sus manos, mientras ella limpia su polla frotándola con su vagina. Incluso en su tiempo libre, no podían evitar pasar el rato juntos, con la mujer cabalgando la polla de su esposo en un parque hasta orinarse encima.

Incluso cuando iba a su clase de natación, su marido era capaz de ir con ella para follarla bajo el agua, sin importarle si el resto los notaba. Podría parecer que el fin de semana podrían evitar el sexo, pero el hombre no tenía problema en despertar a su esposa clavando su polla en ella.

Mientras levantaba sus piernas, montándola sobre él para sentir su gran culo y sus suaves tetas, o empujándola contra el piso. En todas las posiciones podía cogerse a su adorable esposa hasta llenar su interior con su semen caliente, incluso si pasaban todo el día teniendo sexo sin parar. Se amaban y así lo demostraban.

Así volvíamos nuevamente al lunes, cuando el esposo va al trabajo y su mujer lo despide, y el ciclo se vuelve a repetir.