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Un joven chico pelinegro estaba con su jefa, una mujer adulta que era tan hermosa como profesional, tan elegante como sensual, tan seria como amable. Parecía una fantasía de lo que era la mujer perfecta.
Kazama-Kun la conoció por error, no buscó el trabajo, sino que lo obtuvo porque un día la mujer estaba sin poder ir a su oficina, porque todo su equipo le había cancelado. Al oír su problema, Kazama-Kun se ofreció a llevarla, amablemente, y ella aceptó.
Desde aquel momento, se convirtió en su chofer personal, trabajando con un horario flexible por una buena paga. Evidentemente, la mujer le tenía una gran confianza y cariño, aunque no dudaba en exigirle una constante formalidad.
Un día, en una de sus típicas charlas durante el viaje, ella le pregunta si acaso tenía novia, a lo que él responde que no. Ambos estaban solteros, así que Kazama-Kun bromea con que podrían cenar juntos, una oferta que su jefa, sorprendentemente, acepta.
A continuación, ambos quedan en la habitación de la jefa de pechos grandes. Ella quería tener sexo con el muchacho, algo que sorprende al muchacho, pero igual acepta.
El y su jefa están en su cama, totalmente desnudos. La mujer mayor nota su gran nerviosismo, así que toma la iniciativa de darle un beso profundo que le permite saborear su saliva, excitando al chico.
La gran erección del chico se hace evidente, y la jefa de pechos grandes empieza a pajearlo para luego hacerle una mamada. Estaba impresionada por su gran tamaño y no podía evitar apretar sus propios senos para poder calmarse.
La mujer quería sentir esa gran polla dentro de ella, así que se sienta sobre su empleado, sintiendo toda su hombría penetrar en su vagina hasta golpear su vientre. Kazama-Kun estaba embelesado por la belleza de la mujer, y empieza a cogerla con velocidad. Su pene era tan grande que incluso golpeaba su útero, y resaltaba un bulto por fuera del estómago de su jefa.
Ella solo quería que la siguiera cogiendo con fuerza hasta que acabara dentro de ella, quería sentir su esperma caliente, así que pone sus piernas a su alrededor para que se corra dentro de ella. Así lo hace, llenando su útero con su esencia hasta dejarla chorreando.
El joven chico había dejado preñado a su jefa de grandes pechos que no podía más que gemir con gran placer por las sensaciones experimentadas. Sus vidas continuaron con normalidad, y otro día que Kazama-Kun la llevaba en su limusina, la jefa de grandes pechos vuelve a pedirle para tener una cita para cenar esa noche que estaba libre. Algo que el joven chico acepta con un sonrojo notable, consciente de lo que en verdad iba a comer ese día.