Sky Rockets – Family Guy Hentai

Meg se encontraba completamente sola en casa mientras hablaba con Roberta por teléfono. Roberta le sugirió que le avisara cuando decidiera salir de la casa, para así poder llamar a Neil Goldman para que saliera con ella.

A Meg le desagradó la sugerencia y aseguró que no saldría con él porque era un Nerd, a lo que su amiga respondió que, si él era como su hermano, de seguro tendría una enorme polla también. En ese momento, Meg se dio cuenta de que ella estaba con su hermano, porque podía escuchar los sonidos que ella hacía al chuparle el pene.

Luego de llamar zorra a su amiga, Meg colgó el teléfono y se dispuso a divertirse un poco con las salchichas que su madre había comprado para la cena. Estaba convencida de que no iba a necesitar de un perdedor como Neil Goldman.

La chica comenzó a fantasear con sus salchichas, estrujándolas entre sus enormes tetas y jugando un poco con su vagina solitaria. Con un poco de ayuda de la imaginación, Meg comenzó a experimentar el placer de tener enormes pollas en su coño y en su vagina, mientras era sometida por un grupo de hombres hambrientos de sexo.

Soñaba que abusaban de su escultural figura mientras la hacían vestir trajes increíblemente reveladores que apenas alcanzaban a cubrir sus pezones. Imaginaba un grupo de enormes pollas erectas y cubiertas de venas, listas para llenar sus agujeros y hacer trizas sus entrañas. Pensaba en cómo aquellos morbosos hombres se divertirían con su cuerpo, haciendo chorrear su coño como una fuente, de tanto placer.

Deseaba poder chupar cada una de ellas como si de dulces se trataran, acariciando con su lengua sus glandes, chupándolas de lado a lado y exprimiéndolas con su boca como las ubres de una vaca. Quería que un hombre metiera su enorme polla en su coño hambriento y chorreante de líquidos y que llenara su útero de leche caliente hasta que este no pudiera contenerla más y saliera a borbotones de su interior.

Todo esto mientras otros hombres forzaban sus penes hasta lo profundo de su garganta y llenaran su culo del placer que nunca había podido sentir. Añoraba que la llevaran al punto del orgasmo, al estimular todos los pliegues en el interior de su coño y que acabaran cubriendo su cara de leche caliente, tanta que pudiera hacer gárgaras con ella. Que rociaran todo su cuerpo de semen hasta que goteara por todas partes.

Justo cuando estaba llegando a la mejor parte de su fantasía, su madre llegó a casa. No tardó en descubrir las cosas sucias que estaba haciendo su hija en su habitación, debido al olor a salchichas quemadas y los jugos de su coño que abundaba en el aire. Meg solo pudo huir despavorida, planteándose si debería ya conseguir a un hombre de verdad.

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