Suzuya wa Sore o Gaman Dekinai

El reporte del día había terminado, el Almirante despide a su grupo, recordando la práctica del día siguiente. Suzuya fue la única que se quedó para reclamarle, porque no había cumplido su promesa: si se concentraba en las incursiones y dejaba de mastubarse durante una semana, él tendría que tener sexo con ella hasta que se cansara.

A esto, el Almirante se defiende diciendo que todavía faltaban tres horas para acabar la semana. Aunque la verdadera razón por la que hizo la promesa era porque, simplemente, quería dejar de tener sexo con ella, porque a diario le pedía que la follara, incluso en el alba podía tenerla gimiendo su nombre, sin importar nada, y mientras ella podía irse a descansar, él quedaba medio muerto.

Para defenderse, Suzuya le recuerda que estaba en esa edad de celo, y muestra su brasier para provocarlo. Su truco funciona, y el almirante empieza a agarrar con brusquedad sus pechos, apretando sus pezones a través de la tela transparente, ella había llevado una ropa obscena solo para él.

Solo unos toques bastaron para que Suzuya se mojara, por lo que el Almirante decidió dejarla así, recordándole que aún no pasó la semana. Suzuya no iba a quedarse así, y empieza a devorar la polla del hombre, pues el trato tampoco incluía las felaciones.

El Almirante se lo acepta, por lo que pasa a tener a la chica saboreando su miembro, pajeándolo con tal ferocidad, que empieza a ponerse todavía más mojada, incluso sin tocarse. Por lo que el almirante la recompensa llenando su garganta con su leche caliente.

Suzuya queda en un charco de sus líquidos vaginales, excitada. Por eso, la chica queda destruída cuando su Almirante le dice que le dará otra semana de abstinencia, pues era más que evidente que se había estado masturbando.

Con el riesgo de quedarse en estado, Suzuya admite que si había tocado para no perder la cordura, y con sus dedos ruega porque la folle. El Almirante tiene piedad y empieza a golpear su vagina con su polla dura antes de enterrar de una sola estocada.

Solo meterla bastó para que Suzuya se viniera. El Almirante no iba a ser quién se quedará con las ganas, por lo que continuó con sus penetraciones, deslizando su miembro con una increíble facilidad por lo mojada que estaba la chica, rasgando el útero de Suzuya con la punta de su pene.

Ella estaba encantada sintiendo como era puesta de espaldas para que el hombre la siguiera follando profundo, mientras se terminaba corriendo en el condón. En un momento donde ambos admiten que no podrían coger con otras personas, por lo perfecto que encajaban sus cuerpos entre sí.

Cuando el éxtasis pasó, el Almirante, avergonzado, le dejó en claro a Suzuya que su semana de abstinencia iba a cumplirla sin objeciones al día siguiente. La chica admite que era bastante placentero ser follada después de tiempo sin tener sexo, por lo que lo acepta. Aunque luego saca un nuevo paquete de condones, pues era “a partir de mañana” que comenzaba su abstinencia.

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