Teitoku no Doutei wa Akagi ga Oishiku Itadakimashita

El mundo estaba en medio de una guerra mundial. Sin embargo, todos los militares estaban disfrutando teniendo intimidad con sus kanmusu… Todos a excepción de un Almirante que era incapaz de ligar, y su secretaria Akagi hacía poco por él. Resulta que el hombre todavía era virgen, y se sentía bastante inseguro por esto.

Su compañera se compadece del problema de su superior, así que ella promete comerse su virginidad. Ambos van a la habitación del Almirante y, por supuesto, él está nervioso, pero su secretaria promete encargarse con gentileza. La mujer comienza besando su cara, luego pasar a sus labios e iniciar una lucha de lenguas que crea una notable erección en el hombre.

Akagi se emociona y de una empieza a frotar su entrepierna, exponiendo sus grandes senos. El Almirante comienza a apretarlos, masajear y mordisquearlos como un bebé, fascinado por su suave sensación que lo excitaba.

Viendo lo duro que estaba su Almirante, Akagi toma su polla entre sus manos y con sus grandes senos empieza a apretarla y chuparla. Quería que su superior explotara su carga caliente sobre ella, así que continúa frotandola hasta que obtiene su recompensa: el semen caliente del Almirante en sus senos y su rostro.

El Almirante está totalmente avergonzado, pero su compañera quería continuar teniendo sexo. Él saca entonces un condón para usar, pero ella lo desecha, pues quería sentirlo todo dentro de ella.

Sin mediarlo, Akagi de una se monta sobre su Almirante y empieza a cabalgarlo, sintiendo su miembro en lo profundo de su vagina en cada nueva penetración que frotaba su pared uterina. No pasó mucho antes que el hombre se viniera una segunda vez, llenando la intimidad de la mujer con su esencia masculina.

La secretaria estaba tan sorprendida de la poderosa carga que tenía la seguridad que quedaría embarazada. Incluso así, Almirante seguía duro como una piedra, así que la mujer vuelve a cabalgar a su compañero, está vez poniéndose de espaldas para que pudiera admirar sus nalgas que subían y bajaban.

Al Almirante le encantaba esa escena, así que él mismo tuvo la iniciativa de meter un dedo en el culo de Akagi, penetrándola mientras ella se movía. El astuto movimiento sorprendió a Akagi, aunque no tanto como cuando su almirante la empujo para empezar a cogerla de perrito.

Lentamente, el hombre que era virgen tomaba la iniciativa, dirigiendo las penetraciones de la chica, hasta terminar eyacular por segunda vez en su interior. La vagina de Akagi estaba tan llena que chorreaba por sus piernas, y ella estaba encantada, chupando con su dedo los restos de semen, dando gracias por la comida. Ahora que había probado las capacidades del Almirante, quería repetir con él tantas veces como sea posible.

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