Back to Tattoo Artist 1 – Camera Caseira

A punto de cerrar su tienda en la playa de forma definitiva, el tatuador se encontraba completamente desanimado. Se lamentaba por la falta de clientes y por haber dejado pasar su oportunidad con una de las chicas más hermosas que jamás había visto. En medio de su lamento, apareció Annie, la despampanante pelirroja a la cual estaba extrañando.

La mujer entró para preguntar si podía hacerle un «tatuaje», aunque sus verdaderas intenciones eran más que obvias. Acto seguido le mostró lo que había debajo de su bikini, dándole a entender que quería continuar donde lo habían dejado.

A continuación, la pelirroja se quitó su bikini y se sentó en la silla de tatuar, dándole la espalda al emocionado hombre. Viendo su enorme y redondo culo, el tatuador no pudo evitar tener una erección. Su enorme pene erecto sobresalía de sus pantalones.

Annie le pidió que no fuera tímido y que se acercara más. Al ver que el hombre dudaba, ella misma se recostó sobre sobre el enorme pene negro del tatuador mientras se quitaba la parte inferior del traje de baño. La mujer no dejaba de frotar su culo sobre el pene del tatuador, mientras este intentaba hacer el bosquejo de su tatuaje sin perder la cabeza.

Luego de casi ser descubiertos, Annie admitió que se sentía celosa al ver cómo pasaba tiempo con otras chicas. Estaba determinada a hacer suya su polla. Como obsequio por haberse disculpado, ella comenzó a chupar su polla.

A pesar de tener mucho talento para mamar, solamente podía meter una fracción de la enorme polla en su boca. Annie continuó chupando la punta, lamiéndola de lado a lado y metiéndola lo más que pudo en su boca, cubriéndola de su saliva caliente. La chica se detuvo antes de que se corriera, quería que el semen caliente del tatuador llenara su interior.

Annie, quien había asumido total control sobre el hombre, se subió sobre su polla. Comenzó a descender lentamente hasta que la punta comenzó a abrir su entrada. El monstruoso pene se abría paso en su interior. Apenas cabía en su apretado agujero. Habiendo entrado hasta la mitad, ella empezó a sacudir sus caderas, quería asegurarse de devorarla toda.

El tatuador no pudo esperar más y decidió tomar el control. Sujetó a la pelirroja de las caderas y comenzó a embestir ferozmente su coño hasta que su pene llegó hasta lo más profundo. Su pene estaba frotando sus lugares favoritos, estirando su coño hasta que este comenzó a amoldarse. Justo cuando Annie estaba a punto de correrse, el hombre se detuvo.

Estaba determinado a hacer que ella se volviera loca por su polla. Que comenzara a ansiarla como una perra en celo. Por ello, la colocó contra el suelo e insertó su polla de a poco, hasta meterla toda. Desde esa posición podía recorrer todo su coño hasta llegar a su útero.

El hombre continuó embistiendo su vagina violentamente, tratándola como una muñeca sexual. Luego de ser interrumpidos nuevamente, los dos continuaron con su jueguito donde se habían quedado. El tatuador nunca más volvería a dejar pasar esa oportunidad.