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En este cómic conocemos a Valery Candace Pacciani, una chica que anhela su independencia y ha dejado todas sus comodidades para poder encontrar su camino sola. Este es su primer día de trabajo como profesora, y está deseando que todo salga bien. Pero el día da un giro radical cuando encuentra a su madre y su hermanito en la entrada.
Ella no entiende qué hacen allí, pero su mamá le explica que ha cambiado a su hermano de escuela para que pueda ver un rostro conocido en su nueva etapa. Su hermano Albert está muy contento por poder ver a Valery a diario a pesar de que se haya mudado. Pero ella sigue desconcertada; esa no era su idea de libertad e independencia.
Su madre se acerca a ella y le susurra que el problema de su hermano está empeorando, así que lo ha cambiado de escuela para que ella pueda echarle un ojo y protegerlo. Según ella, los chicos «de su tipo» son una presa fácil para los bravucones, y no quiere que su hijo sea acosado por ello. Valery insiste en que su hermano no es gay, pero su madre sigue pensando que ella sabe de lo que habla y lo conoce muy bien. Al final Val acepta ayudarla para que la deje tranquila.
Valery se despide diciendo que debe irse ya que no quiere llegar tarde en su primer día de trabajo. Su madre le grita que la llame en cuanto pueda, y Val aprovecha para decirle a su hermano que lo verá en la salida, recordándole que no se meta en líos. Después de despedirse de su familia, se detiene frente a la puerta de la oficina del director.
Toma una calada de aire para disipar sus nervios, y se reconforta pensando que el director de una escuela tan inmensa debe ser un hombre formal. Por lo que su vestimenta debe ser la adecuada para impresionarlo en su primer día. Toca la puerta y al escuchar el «adelante» del director, entra y se encuentra con una imagen muy extraña.
La secretaria del director está completamente inclinada dejando al descubierto todo su trasero. El director, que claramente es un pervertido, no despega su mirada lasciva de su joven secretaria. Es tanto su baboseo, que ni siquiera se inmuta con la presencia de Valery, que está allí esperando que la atienda.
Cuando finalmente se marcha la secretaria, el director le dirige la palabra a Valery, destacando lo notorio que es que se trata de su primer día de trabajo. Por lo bajo comenta que eso explica su disfraz de monja, algo que deja desconcertada a Val. Mientras caminan por los pasillos el director le cuenta que no ponga demasiadas esperanzas en los chicos, ya que ella es su tercer intento de profesora.
Ella se aterra al escuchar algo así, pero el director le asegura que si no los deja oler su miedo, todo estará bien. El director entra al aula saludando a los alumnos con un lenguaje fuerte, y todos parecen respetarlo. Él presenta a la nueva profesora, equivocándose en un principio llamándola monja; algo que los alumnos después no olvidan. Después de su presentación, Valery saluda a los alumnos un poco nerviosa.
Candy, una de las alumnas, la saluda amigablemente, presentándose como la presidenta de la clase. Candy recibe el adjetivo de «puta» por una de sus compañeras, justo en ese momento el director le comenta a Valery que la presidenta es una de sus consentidas así que deberá tratarla bien. Finalmente él se va y deja a Val sola para que pueda dar su clase tranquila, pero de un momento a otro todo se salió de control y la clase enloqueció.
Ella escucha como dos alumnos hablan claramente sobre ella, comentando que debajo de su larga falda deben haber telarañas. Ella no puede creer su desfachatez y crueldad, pero intenta mantener oídos sordos ante sus palabras necias. Trata de llamar la atención de la clase, pero todos están gritando y discutiendo entre ellos, ignorandola por completo. Cada vez más se siente agobiada por todo, no pudiendo soportar a todos esos pequeños monstruos.
Sale corriendo llorando, pensando que quizá se apresuró demasiado en querer independizarse. Justo cuando sale de la escuela, la secretaria observa cómo se va corriendo. El director no le presta mucha atención, pues está muy concentrado comiéndole el coño a la secretaria, ya que esa es su manera de evaluar su desempeño laboral.
Valery llega a su nuevo hogar con el rostro lloroso, justo al frente del edificio está su vecina Riley con su novio. Riley le pregunta si está bien, y Val le responde que solo ha tenido un mal día. El novio le pregunta a la chica quién es la monja, y ella le dice que es una vecina que se acaba de mudar. Luego cambia el tema invitándolo adentro, ya que tiene un agujero que necesita que lo rellene. El chico se emociona, presionando fuertemente su trasero pensando que por fin se la va a follar.
Ya en su casa, Valery continua molesta por lo ocurrido en la escuela. Pensando en lo crueles que son esos chicos y cómo deberían estar en un reformatorio. No deja de cuestionarse si tomó la decisión correcta; ella pensaba que todo iría perfecto una vez se fuese de casa. Recuerda que prometió llamarle a su madre después de salir del trabajo, pero no se siente con ánimos para explicarle nada.
En medio de su olas de pensamientos escucha su celular que está recibiendo una llamada de su madre. Ella le pregunta a su madre si todo está bien, pero en realidad la llamada se debe a que su mamá ya sabe lo ocurrido en la escuela. Su hermanito le ha contado todo, y a pesar de la resistencia de Valery de no querer volver, su madre insiste en que no se rinda con el trabajo.
Val aprovecha para preguntar por su hermano, ya que ella había quedado en irse con él después de la escuela. Su madre le dice que está un poco decepcionado pero que ya se le pasará, considerando lo mucho que la aprecia. Luego le comenta su preocupación por su orientación sexual, pero Valery insiste en que lo deje en paz y le dé su espacio. Sin embargo su madre sigue encontrando preocupante que a pesar de que ella lleve ropa ajustada y reveladora, él ni se inmute.
Mientras tanto Al se pregunta qué tanto murmura su madre al teléfono con su hermana. Él ya no puede resistirse más a lo sexy que está su mamá, no entiende porqué de repente ella se viste de esa manera. Pero como ya siente que su erección está por estallar, le dice a su madre que se va a estudiar a su habitación porque el ruido no le permite concentrarse.
Ya en su habitación, Al busca su posesión más preciada: las bragas de su hermana. No entiende porqué se ha excitado tanto con su propia madre, se ha puesto muy duro de solo verla. Y como necesita liberar esa tensión, no hay nada como las bragas de la chica que más le gusta para ayudarle a hacerse una buena paja. Todavía huelen a ella, y eso lo enloquece.
De solo imaginar a Valery usando esas bragas, y quitándosela lentamente para él. Se pone aún más cachondo fantaseando con tenerla con las piernas abiertas para él, diciéndole que si la quiere, la tome de una vez. Extraña mucho a su hermana, definitivamente le encantaba verla pasearse por la casa con sus diminutos pijamas.
Mientras se está pajeando, justo su madre abre la puerta de su habitación y hace que se sobresalte. Él disimula muy bien, logrando que ella no sospeche de lo que está haciendo. Su madre le pide que vaya a la farmacia a buscar algo para ella. Albert le reprocha que no haya tocado la puerta, ya que él se estaba vistiendo. Ella se disculpa y le dice que iría a la farmacia, pero no puede ir con su vestimenta.
Él se va frustrado al baño a vestirse, confundido por el comportamiento de su madre. Ella se frustra porque su hijo ni siquiera le ha mirado un poco. No sabe si ha criado a un chico muy respetuoso o es gay. No le quedan dudas de que debe poner más esfuerzo si realmente quiere generar alguna reacción en él.
Justo cuando está por irse de su habitación, se percata de que hay algo en el suelo. Ella agarra la tanga rosada y se da cuenta que no es de ella, así que recordando que él dijo que se estaba vistiendo; llega a la conclusión de que a su hijo le gusta vestirse con ropa de mujer.
Albert se va a la farmacia pensando en lo aliviado que está por haber reaccionado pronto y que su madre no lo descubriera. Pero luego no deja de pensar en lo mucho que detesta hacer mandados, a pesar de que la mujer que atiende en la farmacia está bastante buena. Cuando finalmente llega a la farmacia, no puede evitar ponerse nervioso por lo sexy que es.
Ella se muerde los dedos y tiene una actitud que lo enloquece, y es algo que ella sabe bastante bien. Por eso pretende buscar la compra de la señora Angela Pacciani inclinándose de manera que deja al descubierto su tanga. Ella está consciente de la reacción que genera en el joven, y es una milf a la que no puede resistirse. Así que lo invita a buscar el paquete en el almacén.
Cierran la tienda y se van al almacén, allí la milf aprovecha de quitarse la ropa y provocar al joven que no entiende lo que ocurre. Pero la mujer le dice que follarán como conejos y le saca la polla para chupársela; el chico siente una ola de placer recorrer todo su cuerpo. Prontamente siente que está por correrse, solo que la señora se detiene y le dice que aún no es momento de correrse, menos en su boca.
Ella dice que viene la mejor parte, y procede a sentarse sobre su polla, montándola hábilmente y gritando del placer una gran polla juvenil taladrar su coño madurito. El chico no para de pensar que le encantaría que fuese su hermana Valery quien lo montara, pero tampoco se queja de lo rico que lo hace la mujer de la farmacia. Se siente tan rico el interior de la milf, que Al no puede contenerse por mucho más tiempo. Por eso le pregunta si puede correrse dentro de su coño, y ella le da todo el acceso diciéndole que puede hacerlo las veces que quiera.
Él la llena de leche, satisfaciendo por completo a la mujer cachonda; ella le dice que todo eso será su secreto, y por supuesto que Albert accede con tal de dejarla tranquila. Y gracias a eso se gana la oportunidad de continuar con una segunda ronda con ella. Ahora sí que romperá su coño maduro…
Por su parte, Valery continua en su dilema de si continuar dando clases o no. Solo que al ver su refrigerador prácticamente vacío, no le queda otra opción más que dejar el orgullo y regresar al trabajo, de lo contrario no llegará a fin de mes. Ahora se dispone a hacer la compra, ya que sino se quedará sin cenar. Mientras va por el pasillo pensando en qué comer, justo pasa una madre con su hijo hablando. Hablan sobre cómo casi los descubren, siendo más que evidente que el pequeño se folla a su mamá.
Pero Valery no está muy pendiente de eso, ya que está sumida en sus pensamientos. Lo que no sabe ella es que su vida está por cambiar, y justo en ese momento, todos estos acontecimientos han dado cuerda a que toda su vida de un vuelco radical… Por otra parte, el chico del principio sí ha terminado rellenando agujeros de verdad, parece que Riley no hablaba con un doble sentido.
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