Kaleina Tales of Elven Tongue

Un humano llega al bar de Kaleina. La elfa lo lleva a su habitación más privada para comprobar si sus palabras eran ciertas, mientras se desprendía de su ropa, le decía al forastero que era tarde para arrepentirse, y debía enseñarle lo bueno que era en la cama.

Kaleina empieza a frotar el pene del humano sobre la tela, poniéndolo duro con su tacto que iba en aceleración. Cuando lo siente lo suficientemente erecto, la elfa no duda en meterlo todo en su boca de golpe, haciéndole un oral que terminó llenando el miembro del humano de saliva, y había puesto más caliente a la chica.

Fuerte y embriagador, así describe el sabor la elfa justo antes de sentir como el humano se corría en su cara, mientras ella intentaba degustar cada gota que podía. Le encanta el sabor cremoso de su esencia, y quería más, así que termina de quitarse su blusa para exponer sus pálidos senos pequeños, y su falda para mostrar su pequeña vagina estrecha.

Al oído del humano, Kaleina susurra que en verdad le gustaban las chicas lindas y tiernas, pero las pollas humanas eran una debilidad que no podía combatir. Mientras decía eso, empujaba al hombre sobre las sábanas y se ponía sobre él, frotando su gran polla sobre su pequeña vagina lubricada por sus fluidos.

De un solo sentón la elfa se penetra totalmente y comienza a cabalgar al humano, al mismo tiempo que describe la sensación cálida y rugosa que se halla en su interior. Antes de que el humano se corra una segunda vez, ella se levanta para mofarse del humano.

Mientras abría su húmeda vagina, le decía al hombre que era su turno de mostrar sus capacidades, pues ella venía haciendo todo el trabajo. El humano ya no duda y se acerca para hundir su miembro en la elfa, empezando a follarla con fuerza mientras jugueteaba con los rosados pezones.

Kaleina gime de placer por la acción y después de unos minutos termina corriéndose, al mismo tiempo que el humano también se corre en el interior de su vagina. Tanta era su esperma que al sacarlo termina llenando el vientre y parte de la cara de la elfa. Aunque lejos de molestarla, esto fascina a la pelimorada que entre jadeos termina admitiendo que, de hecho, el humano no era tan malo como pensaba.

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