Princess Rule – Choco-Flan

En este cómic parodia de Clash Royale, la princesa se siente frustrada por los constantes cambios en el juego que cada vez más la dejan en el olvido. Y no solo afectan su desempeño en el juego, sino que también la hacen perder el control de su vida sexual. Todo se debe a la llegada de una nueva rareza de carta: la Reina Arquera.

Siempre han habido otras chicas en el juego, como las cartas comunes compuestas por las pilla y la lanza fuegos, y la princesa nunca ha tenido problemas con ellas. Pero claro, poco a poco ellas empezaron a tener sexo para liberar la frustración que les causa a perder. El problema realmente no fue ese, sino que pronto se volvió algo que solo podían hacer de acuerdo a su rareza y su posición en el meta del juego. Entre las cartas legendarias siempre participaba la bandida; la favorita de todos.

Ahora que ya ha llegado la Reina Arquera, tan grande y voluptuosa, con unos enormes pechos y firme trasero, simplemente dejaba en desventaja a todas. No hay punto de comparación, es una carta única dentro de la rareza de campeones. Quizá a la princesa no le molestaría, si no fuese porque eso irrumpe con los acuerdos que tenían todos en la arena.

Dentro de su acuerdo de sexo entre jugadores, todo siempre ha sido consensuado. La princesa siempre ha rechazado participar en ello, ni siquiera cuando los veía a todos disfrutar. La valquiria siempre gozaba de tener dos pollas para ella, especialmente si era la del montapuercas que la empotraba como nadie. Y los pequeños duendes siempre la taladraban salvajemente; aunque podía verse tentador, la princesa no se sentía capaz de unirse a ellos.

Incluso veía a la mosquetera, una de las cartas más fuertes e independientes, ser sometida por el rey de la torre siempre que perdían una partida. Lo que más le aterraba era ver cuando el mini pekka se excitaba al verlos; con su fuerza brutal no cabía dudas que seguramente haría pedacitos su coño.

A pesar de nunca haber participado en sus juegos sexuales, ahora están por venir una gran cantidad de torneos. Y entre ellos está uno en particular que tiene muy preocupada a la princesa, ya que en ese el ganador podrá elegir a una esclava sexual de su preferencia. Le aterra la idea de que un horrible duende la escoja a ella, no solo le parecen feos sino que además le asusta su inmenso apetito sexual; son altamente insaciables.

Puede que no sea tan malo, después de todo ella siempre ha visto que sus compañeras disfrutan de hacerlo. Solo que eso no va con ella, y siente que con la llegada de esas nuevas cartas tan poderosas son su mayor perdición. Ni por ser una princesa podrá salvarse de la regla establecida para ese torneo. Y el Rey es un tonto que nunca la protege, por el contrario ha llegado a pedirle que se saque una teta como estrategia para distraer a los oponentes y ganar la partida.

Si tan solo hubiera un log en el juego ella podría tener la victoria en el juego asegurada, pero desafortunadamente ya esos problemas han sido solucionados. Y con la llegada de los campeones no tiene ninguna posibilidad, esas cartas están muy rotas. Las odia con todas sus fuerzas, pero especialmente a la Reina Arquera.

No entiende qué le ven de especial ni porqué es tan especial. La princesa no sabe si es por su novedad en el juego, o por su increíble cuerpo. De pronto empieza a pensar en sus enormes pechos, sin dejar de lado su duro y gran trasero. No cabe duda que tiene un cuerpo asombroso, y aunque la odia, no puede evitar calentarse un poco al pensar en ella… Quizás esté mal, pero su coño se siente tan necesitado que ella baja sus manos para empezar a tocarse.

Se siente muy rico tocarse mientras piensa en lo buena que está la Reina Arquera, así que la princesa comienza a gemir cada vez más fuerte. Por un momento se le olvida que está en la ducha para chicas y que cualquiera podría escucharla, y casualmente la escucha la causante de su calentura. La Reina Arquera se asoma y la encuentra jugando con su coño; le pregunta atónita si realmente se está tocando allí.

La princesa le pregunta sobresaltada qué está haciendo allí, y la Reina Arquera le dice que está en la ducha, donde cualquiera podría estar. Pero realmente la princesa no puede dejar de ver sus pechos, es como si sus ojos se hubieran quedado hipnotizados por lo enormes que son. La Reina Arquera no es nada tonta, así que fácilmente se da cuenta que la princesa no deja de verle las tetas.

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