Melvin Small era un simple empleado de la familia Greene, muy viejo para llamar la atención y muy novato para tener respeto de alguien. Eso incluye a la joven señorita Alexa Greene que lo trataba peor que la basura, aunque él igual no podía evitar fijarse en su cuerpo caliente, y sus grandes muslos cuando la llevaba en su auto a la escuela.

Desde hace varias semanas, Melvin había desarrollado un hábito especial, y es que siempre después de dejar a Alexa en su escuela, se colaba en su habitación para oler sus bragas y masturbarse con ellas. Ese día no fue la excepción, y el chofer estuvo por horas usando la ropa de Alexa para pajearse, apretándolas en su cara, y acabando sobre ellas.

Melvin se perdió tanto en su placer, que terminó olvidando recoger a Alexa de su escuela. Ella llegó furiosa, y cuando lo vio usando su ropa decidió castigarlo aplastando su pene con su pie, jugueteando con él de una forma en la que logró hacerlo correrse entre sus dedos.

Supuestamente, Alexa seguía enojada y decidió despedir a Melvin, pero él ya no soportaría sus insultos. Por lo que rompió su ropa y empezó a frotar su polla, todavía dura, entre sus piernas mientras apretaba sus delicadas tetas. Ese día, Melvin iba a cumplir sus fantasías.

El hombre la tomó por las piernas y la levantó, al mismo tiempo que iba introduciendo su polla en ella. El chofer empezó a follar a la chica que gemía como loca, la volteó y la hizo verle a la cara mientras chupaba sus dulces senos con un sabor juvenil.

Alexa no rechistar, solo seguía moviendo sus caderas para profundizar sus penetraciones. Finalmente, Melvin se corrió en el interior de su vagina, dejando salir toda la esperma que tenía acumulada en su intimidad. Después de su clímax, Alexa pareció recuperar los sentidos y le dio un potente golpe a la cara a Melvin, con el que lo echó fuera de su casa.

Parece que ese era el fin de los sueños y la carrera de Melvin, ¿o tal vez?