Take me to Church

“Mi amante tiene humor, ella es la risa en el funeral, y conoce la desaprobación de todos”. Esa era Eclipsa que vivía su vida sin importarle los lujos o clases sociales, y fue esa personalidad que enamoró a Marco Díaz, y le hizo jurarle una eterna lealtad.

Aunque Marco quería estar para siempre con su amada, sus cicatrices lo hacían sentir indigna, pero Eclipsa no veía ningún pecado en él, ella lo abraza, y a pesar de que ambos están casi desnudos, fue esa conexión emocional la mayor vulnerabilidad que mostraban.

Precisamente, con su escote de sostén negro, Eclipsa mira con gran lujuria a Marco, aunque estaba con su cuerpo cicatritazo, para él, era el más hermoso, y ambos se besan con gran pasión, intercambiando su saliva mientras frotaban sus cuerpos entre sí.

Eclipsa y Marco ya no tienen privaciones en sus deseos, y se besan en la escuela de Marco, tocándose en un salón, con el, metiendo sus manos en el vestido de su amante, sin importarle quién pudiera verlos.

Marco no soporta la calentura de su interior y lleva a Eclipsa a su hogar para seguir besándose mientras llegan a su habitación, donde ambos se van desvistiendo hasta quedar en interiores, la última protección para exponer toda su piel caliente.

Finalmente, Eclipsa se quita sus bragas, exponiendo su intimidad ante su amante, y Marco no hace más que llenarla de besos, saboreando sus cálidos senos mientras la penetraba con ternura, combinados sus cuerpos y sus almas en un solo ser.

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