Welcome to Humble Pokemon Daycare

En este universo donde los pokemons y humanos tienen sus roles invertidos, Cathy estaba siendo dejada en la guardería por su amo, un Drednaw, que la había dejado al cuidado de un Chansey… o eso parecía, ya que al entrar observa a miles de hombres lujuriosos follando a las pocas mujeres del lugar.

Precisamente, un delgado sujeto avisa la llegada de Cathy con emoción, y el resto de la manada empieza a elogiar su cuerpo, su gran culo y sus tetas, incomodando a la chica. A todos estos halagos, un hombre de barba se hace presente.

Este se presenta como el dueño de la guardería Pokémon, revelando que ese sitio estaba hecho para que los humanos pudieran reproducirse, y las chicas pudieran embarazarse, a petición de los pokemons. Cathy está escéptica que su querido amo pueda querer algo así, lo que molesta al dueño del sitio, ordenando al resto de machos que la tomen de los brazos.

Ella está inmovilizada mientras el dueño rompe su ropa con sus manos para empezar a manosear sus tetas. Eran pequeñas, pero con unos pezones firmes que encantaban al hombre, quien los chupaba con gusto mientras insertaba sus dedos en su coño.

Una vez preparada, el dueño le indica a los otros que la suelten para ordenarle que le haga una mamada. Ella se sorprende de su gran tamaño, y piensa que podría aprovechar de morder su pene para crear una distracción y huir. Esta idea también se le ocurre a otro de los hombres que le advierte a su jefe, haciendo que la chica suelta una maldición.

El dueño no se enoja, sino que empieza a reírse y le ofrece un trato. Le dejaría escapar por la salida que vio antes si utiliza su cuerpo para complacerlo. Cathy parece estar de acuerdo, y con su boca empieza a acercarse al pene del hombre para hacerle un oral, con mucho cuidado de no tocarlo con sus dientes para que el trato no se cancele.

El dueño se excita más por la mirada de Cathy y la aparta para tomarla de las piernas e insertar su gran pene con rudeza. Una mamada no sería suficiente para hacer valer el trato, y continúa penetrándola con salvajismo hasta el punto de hacer que suelte varias lágrimas.

A lo que el dueño empieza a chupar sus pies para calmarla mientras le pide que apriete su vagina para que se pueda correr. Así que Cathy procede, sumisamente, a apretar sus nalgas mientras siente la enorme polla dentro de sí.

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